LOS DESVELOS DEL DOXÓGRAFO

La tradición doxográfica consistía en recopilar, de diversas maneras, las opiniones de terceros autores.
¿Es posible otra escritura?
En la historia, los nombres y las fechas son circunstanciales, mojones arbitrarios y consuelo de nuestras íntimas aspiraciones. Un nombre y una fecha no son más que una ilusión, que nos permite velarnos, espejarnos en el otro. Tal vez, para ocultar y evidenciar que no somos más que objetos tallados con la inmaterialidad de la palabra; objetos de sentido incierto, aunque a veces verosímil.
Somos hablados, decimos lo dicho. En el mejor de los casos armamos, con unas cuentas coloridas y los espejos que nos circundan, un universo de probabilidades imposible de explorar en una vida.
Sin embargo, hablamos. Nos hacemos a la mar en pos de Las Molucas demostrando que el encuentro, la metáfora, no es más que un accidente imprescindible.
La metáfora, multiplicadora de sentidos, siempre necesita del otro, que se los otorga. Se es dicho, bien o mal, pero se es dicho. Construcción colectiva, en la que el destino de cada letra que la forja ha extraviado la causalidad.
Somos meros vectores del lenguaje. Cada quien se las arregla, de alguna manera, con las voces que lo habitan. Todo otro ideal pareciera casi alucinado.

Jorge Pablo Yakoncick.







domingo, 8 de diciembre de 2013

Poesía quechua de transmisión oral

POESÍA QUECHUA, Poesía Oral, Biblioteca Básica Universal, Centro Editor de América Latina SA, Bs. As., 1980.
Selección de Daniel Freidemberg del libro "Poesía Quechua", Galerna, Bs. As., 1978 (trad. Seabastián Salazar Bondy). 

PASTORIL

Una llama quisiera
que de oro tuviera el pelo
brillante como el sol;
como el amor fuerte,
suave como la nube
que la aurora deshace.
Para hace un quipus
en el que marcaría
las lunas que pasan,
las flores que mueren.


DESPEDIDA

Hoy es el día de mi partida.
Hoy no me iré, me iré mañana.
Me veréis salir tocando una flauta de hueso de mosca,
llevando por bandera una tela de araña;
será mi tambor un huevo de hormiga,
y mi montera, ¡mi montera será un nido de picaflor!


MALAGÜERO CÓNDOR

Por la puerta de mi casa el cóndor revolotea,
por encima de mi pueblo da la vuelta,
demasiado, demasiado carnívoro es
aquel cóndor;
demasiado, demasiado carnívoro es
el cóndor malagüero.

luego él está sabiendo
mi solitario destino
y mi pobre estrella.

Por eso, por la puerta de mi casa
revolotea y revolotea
el cóndor malagüero,
da la vuelta y da la vuelta,
el cóndor malagüero.


MARIPOSA MENSAJERA

Encargué a una mariposa,
envié una libélula,
para que fuera a ver a mi madre,
para que fuera a ver a mi padre.

Volvió la mariposa,
volvió la libélula,
tu madre está llorando, diciendo;
tu padre está sufriendo, diciendo.

Yo mismo fui,
yo mismo me trasladé,
y en verdad mi madre lloraba,
y en verdad mi padre sufría.


YO CRÍO UNA MOSCA

Yo crío una mosca
de alas de oro,
yo crío una mosca
de ojos encendidos.

Trae la muerte
en sus ojos de fuego,
trae la muerte
en sus cabellos de oro,
en sus alas hermosas.

En una botella verde
yo la crío;
nadie sabe
si bebe,
nadie sabe
si come.

Vaga en las noches
como una estrella,
hiere mortalmente
con su resplandor rojo,
con sus ojos de fuego.

En sus ojos de fuego
lleva el amor,
fulgura en la noche
su sangre,
el amor que trae en el corazón.

Nocturno insecto,
mosca portadora de la muerte,
en una botella verde
yo la crío,
amándola tanto.

Pero, ¡eso sí!
¡eso sí!
nadie sabe
si le doy de beber,
si le doy de comer.


LA PALOMA AGRESTE

Qué viene a ser el amor,
palomita agreste,
un pan pequeño y esforzado,
desamorada;
que el sabio más entendido,
palomita agreste,
le hace andar desatinado,
desamorada.

Palomita agreste,
desamorada,
amanece el día
que yo me vaya.

Aligera golondrina,
palomita agreste,
enséñame tu camino,
desamorada;
para irme sin que me sientan,
palomita agreste,
y salvar de mi destino,
desamorada.

Palomita agreste,
desamorada,
amanece del día,
que yo me vaya.


CUANDO TE VEAS SOLA

Cuando te veas sola en la isla del río,
no estará tu padre para llamarte.
¡Alau!, hija mía;
tu madre no podrá alcanzarte.
¡Alau!, hija mía.

Sólo el pato real ha de rondarte
con la lluvia en los ojos,
con sus lágrimas de sangre;
la lluvia en sus ojos,
lágrimas de sangre.

Y aún el pato real ha de irse
cuando las olas del río
embravezcan,
cuando las ondas del río
se precipiten.

Pero entonces yo iré a rondarte
cantando:
“Le arrebaté su joven corazón, en la isla,
su joven corazón,

en la tormenta”.

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